Santoral de anónimos

Descripción

Decía mi admirado Borges que los verbos leer, amar y soñar no soportan el modo imperativo, y llevaba en eso, como en tantas otras cosas, su mucho de razón: la lectura ha de ser siempre pausada y placentera. Si algo tiene de peculiar el estilo de Francisco Ruano es su indomable esfuerzo por no aburrir al que se digna regalarle tiempo a un escrito suyo. Le admiro el afán, y sinceramente… el resultado. Que contigo lo consiga o no, te toca a ti –tú que sostienes ahora mismo su Santoral de anónimos– dictaminarlo. Su cómoda armazón en relatos de distinta largura –nunca excesiva– y su diversidad temática permiten que lo leído se deje abandonar en cualquier momento con un final entre las manos. Yo le cogí afición y me lo engullí en tres buenas tiradas. Tú hazlo al ritmo que te plazca, faltaría más… el libro es tuyo. Te dejo con él.